Tras leer en Internet la noticia del que un pueblo malagueño había sido nombrado "Pueblo Pitufo", decidimos que había que ir a verlo. Este pequeño pueblo, esta un poco perdido entre las montañas, pero con los pitufos se han volcado y han pintado el pueblo entero en azul.
Aprovechamos la poca distancia desde Ronda y la recién estrenada película de los pitufos (que aún no hemos visto...) para descubrir Júzcar.
Aprovechamos la poca distancia desde Ronda y la recién estrenada película de los pitufos (que aún no hemos visto...) para descubrir Júzcar.
Para llegar al pueblo desde Ronda, teníamos dos alternativas, pero optamos por esta que nos recomendaron:
No nos arrepentimos de la elección, ya que al acercarnos a Júzcar hay varios miradores desde los que sacar unas buenas fotos de las vistas, que era nuestro objetivo junto con conocer el pueblo en sí. Si no llevas un copiloto que te avise de los miradores, te los pasarás, porque la carretera se las trae, y yo fui pendiente de las curvas y de los coches que nos pudiéramos encontrar, ya que apenas caben dos coches en el tramo final (con muchas curvas cerradas y ciegas). Por lo que nos comentaron, la otra alternativa es mas cómoda (y larga según el GPS), pero yo creo que volvería a elegir esta por el tema de los miradores.
Júzcar es pequeño, y nosotros nos encontramos con que el tirón de ser pueblo pitufo sobrepasa su capacidad de aparcamiento, por lo que dejamos el coche donde pudimos a la entrada del pueblo.
Al fondo de la plaza, señalizado por el cartel de los servicios, hay una pequeña exposición de pitufos (los que yo quería comprar) junto a las setas que hay por el valle.
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En el merca pitufo hay instalada una plataforma a modo de photocall para sacarse unas fotos con un par de setas y la placa que acredita a Júzcar como pueblo pitufo.
Hay que tener un ojo siempre en los coches ya que las calles son estrechas y apenas hay sitio con los coches aparcados y los que intentan dar la vuelta. Eso si, en algunos sitios están mas despejados.
Las calles tipicas con un toque de color...
Las vistas...
Si vais en verano con niños y tenéis tiempo en la parte de arriba del pueblo han instalado un tobogán inflable a modo de atracción acuática para que los peques no se mueran de calor.
Como única pega, la escasez de bares para tomar algo fresquito que hiciera más llevadero el calor. Solo nos encontramos un par de ellos y el de la parte de arriba (Bar Torricheli) estaba hasta la bandera (y el trato del personal, al contrario que el del resto de habitantes, dejaba bastante que desear). En cuanto al precio, como es habitual en estos pueblos: sobresaliente, a euro la bebida y a euro la tapa fría.
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Esta era la zona donde van retirando los platos, y el camarero que estaba, no se cortaba un pelo en empujarte para acceder a la barra con muy malos modos.
El balance general es positivo, aunque se hecha de menos algo mas de merchandising de los pitufos para tener algo mas donde elegir. Muchas familias con niños de visita y aunque nos resultó difícil hacer fotos limpias (sin coches ni gente) alguna conseguimos, y sobre todo la curiosidad de ver un pueblo de Andalucía diferente.